domingo, 23 de octubre de 2011

La negociación habla de quién soy. Tengo las rayas de un tigre y sé hasta dónde tolerar.

La semana pasada me propuse negociar en nombre de otra persona un aumento de sueldo, pero tras dos días de vivir en lo que llamo “estado zombie” en el que sólo cumplía con mi trabajo sin la convicción de excelencia que siempre me ha gustado adoptar encontré una razón más para hablar con mi jefa sobre el tópico “aumento de salario”.
Me explicaré brevemente. Me parece que a todos los que estamos en el área en la que me desempeño compartimos la pasión por la información, nos gusta estar al tanto de los temas de seguridad pública y no nos importa pararnos a las 3:00 de la mañana a tomarle foto a un detenido. Sé que la motivación es esa adrenalina de estar con la primicia de algo que atañe a toda la sociedad y es el tema en boga de estos días: la delincuencia. Pero nadie, nadie del equipo trabaja sólo por esa pasión, el dinero es un factor importante.
Debo decir que admiro a tantas personas con las que trabajo. Y los conflictos de los que hablé en otros blogs se habían causado básicamente por diferencias en el método de trabajar, porque cuando lo platicamos nos dimos cuenta de que el objetivo era el mismo: realizar nuestra función con calidad y eficacia, sólo que cada quien tenía un camino para eso.
Donde hay vida, habrá conflicto…
Recientemente enfrenté un conflicto que sobrepasó todo a lo que me había enfrentado. Una disminución de salario. El equipo de trabajo administrativamente está divido en dos, los que tienen plazas de policías aunque en la práctica no lo son pero son los que ganan menos y los que estamos financiados por la dirección general de comunicación social, éste último grupo recibimos una reducción importante de sueldo.
NADIE NOS INFORMÓ NADA…  llegamos a cobrar y sorpresa! en mi caso 4 mil 500 pesos menos en mi salario y como me habían pagado completo todo septiembre y la medida de reducción aplicaba desde el primero de dicho mes, me añadieron la noticia de que les DEBO dinero porque me habían pagado de más.
El equipo se enojó. Todos hablaban de lo mal que estaba esta situación, se preguntaban por qué nos habían hecho esto, con los horarios y la carga de trabajo visiblemente importante que teníamos. Al ser “la jefa” tuve la misión de informarle a la directora de la decisión del área administrativa.
Mi jefa no sabía nada. Lo confirmo. Nos llevó con el encargado de las reducciones de salario y nos explicaron el porqué de la decisión y nos sugirieron que esperáramos a enero y tal vez con nuevos movimientos se podría REESTABLECER nuestro salario… (aumentar ni soñarlo)
Salí de ahí callada, y desde entonces he estado ausente de todo. DOLIDA. Más tarde mi jefa me habló y me dijo: “De todos tú eres la que más me preocupa, eres mi mano derecha en seguridad, qué piensas”. Aunque me hicieron sentir bien sus palabras no pude hablar. No quise decirle lo que estaba sintiendo.  Mi jefa trató de negociar conmigo, como dice Kofman en el capítulo 6, expuso el problema, trató de conocer mi pensar pero yo me sentía tan defraudada porque la única opción que se me presentaba era esperar.
NO PODÍA PEDIR UNA CARGA MENOR DE TRABAJO. Eso me lo dejó claro mi jefa, ella esperaba que siguiera trabajando al mismo ritmo y con la misma calidad.
TENÍA QUE ESPERAR A ENERO. En sus manos no estaba el manejo de los recursos financieros pero prometió en que ella insistiría en el tema pero hasta esa fecha.
RESPETABA MI DECISIÓN SI TENÍA QUE IRME DEL EQUIPO. Aunque me repitió mil veces que no era una idea que le gustara.
Yo no dije nada. NADAAAAAAA. Lo negué. Fui como dice Kofman ese tipo de personas que se RINDEN lo que les causa frustración y resentimiento.  Salí de la oficina de la Procu y a la primera persona que vi fue a Alejandro (él tiene plaza de policía) y pensé si no pude hacer algo por mi lo haré por él que también trabaja mucho y escribí mi blog.
Quise contar en la clase pasada de George que ya había hablado con mi jefa del caso de Alejandro, que le expuse la posibilidad de que directamente de la PGJ le dieran el aumento ya que él no pertenecía a las bases de comunicación social. Le expliqué porqué se lo merecía, le expuse las opciones que creo que son factibles.
En la siguiente junta la jefa agradeció a Alejandro su desempeño y le dijo que sabía que él merecía un aumento.
No lo dije en clase porque me di cuenta de que me había rendido con mi propio caso. Que pude haber hecho algo por hablar pero estaba demasiado decepcionada para hacerlo. Sigo trabajando sin bajar la calidad de lo que hago, pero ya sin la motivación.
GEORGE PREGUNTO QUÉ COSAS HAGO CUANDO NO ESCUCHO: este es un buen ejemplo. Irónicamente ME CALLO. Me cierro en mi propio sentir, no me importa cuán amables sean las personas conmigo y parte de no escuchar también me lleva a no querer hablar del tema. Ese es mi estado zombie, ando medio muerta en la conversación parece que estoy ahí pero en realidad buena parte de mi está escondida.
He pensado en volver a platicar con mi jefa y esta vez sí decirle lo que siento.
Creo que Kofman nos ofrece alternativas para responder ante diversas situaciones, pero considero válido REFLEXIONAR. Tenemos sentimientos, emociones, vida!, no es por justificarme pero NO ESTABA lista para negociar NO IMPORTABA CUÁNTAS VECES LEYERA EL CAPÍTULO 6, pensaba en cómo iba a pagar la maestría; en gastos y compromisos que adquirí pensando que tenía un salario seguro; sintiéndome además cansada por el horario que llevo y no quería hablar con nadie porque no quería parecer como “la quejumbrosa!”. ESTOS DÍAS he decidido ser más abierta y hablar con mi jefa con un solo fin: ESTABLECER LÍMITES DE TIEMPO (hasta enero).
En este país te dejan claro que si tú no aceptas el trato habrá otros 100 que sí lo harán, pero esa no puede ser la línea para comprometer tu INTEGRIDAD y de eso habla Kofman también y creo que es parte de la negociación. Yo soy una tigresa- como lo dice Kofman en su cuento- sé cuánto vale mi trabajo, y aunque nadie es indispensable, estoy consiente de cuánto tiempo cuesta tomar un ritmo adecuado en un área de comunicación tan dinámica como es la de seguridad y procuración de justicia.
Tengo clara cuál es mi RESPONSABILIDAD y hago mi trabajo con mucho gusto. He sido más HUMILDE con mis compañeros al darles su espacio así como reconocimiento. Pero fallé en COMUNICARME y sin eso no es posible NEGOCIAR…
Insisto en que NECESITABA TIEMPO. Dejo en este blog mi más profunda honestidad, mi estado zombie y un cuento narrado por Kofman que me animó a escribir en esta ocasión (que Dios sabe cuánto me costó hacerlo)… voy y vengo (citando a mi querido Sr. Ibarra Mazari)

1 comentario:

George W. Dionne dijo...

Gracias Cristina por compartir las dos columnas de esta vivencia tuya y también el remate del video del tigre