viernes, 28 de octubre de 2011

Me hice presente, antes de que tú dejaras de estarlo.

Érase una vez… la historia mía y tuya. La historia de cómo muchas veces no escuché tus quejas. Me encerraba en mi recamara y me tapaba con la almohada la cabeza, no me gustaba tu voz quebradiza gritando de dolor.
De cuando me platicabas tus historias y mi mente viajaba por los pasillos de mi escuela repasando el chisme del momento. Ignorando tus manos  que juntaban las migajas del pan que siempre regabas en la mesa.
Me gustaba tanto que me adularas, eras la única que lo hacía. Y siempre me gustaba contarte mis anécdotas, todas te sorprendían.
Alguna vez te sentí tan similar a mi, que deseaba ser tan fuerte como tú lo eras para aguantar el dolor que estabas pasando. Siempre que veo un cigarro me acuerdo de ti y sabes, me hace tanta gracia que me digan que estoy repitiendo tus errores. ¿Cuáles errores?.
Un día ya no me metí a mi recamara a subirle a la música. Un día llegué de la escuela y me acosté cerca de tus piernas, tú sin levantarte me preguntaste amable como siempre que cómo me había ido, pero ésta vez no sé porqué quería oírte a ti y me encantó hacerlo.
Me contaste de lo que querías de la vida, de lo que sentías en ese momento y yo te mostré mi mejor cara, la que sale cuando me quedo en silencio.
Estuve tres horas escuchándote y no me di cuenta. Prendimos la tele, vi contigo una de tus películas, de esas que tanto te gustaban y que ahora veo con gusto cuando me siento sola porque así puedo traerte de regreso conmigo.
De ahí por lo menos tres veces a la semana durante no sé cuantos meses, pusimos el canal de las películas mexicanas y aprendí de ti, de David Silva, de Marga López, de los hermanos Soler.
Y cuando veías que acababa de llegar me gritabas: “ya va a empezar la película”. Y entonces ya no hablábamos, y ya no oía tus quejidos, aunque yo sé que te seguía doliendo. Me adelantabas un poco de la película (a veces creo que ya las habías visto todas) y yo sé que te gustaba tanto que alguien compartiera eso contigo.
Agonizaste en mi casa y no me pude despedir de ti como hubiese querido.
Me hubiera gustado tanto haberte traído algo del viaje que te dije que quería hacer… lo hice y vi tantas cosas para ti.
No me acerqué a tu caja, tú me dijiste que no querías que te viera. Me lo pediste mientras Pedro Infante enterraba a Sara García.
Te extraño mucho, mucho. Pero sabes ahora me acuesto cerca de las piernas de mi mamá, como lo hacía contigo, se me quedó la costumbre.
Sé que algún día nos volveremos a ver y aunque no nos digamos nada, sentiré tu presencia que tanta falta me hace hoy en día.
¿Tú me extrañas abuelita como yo a ti? ¿Quién se acuesta ahora cerca de tus piernas?

domingo, 23 de octubre de 2011

La negociación habla de quién soy. Tengo las rayas de un tigre y sé hasta dónde tolerar.

La semana pasada me propuse negociar en nombre de otra persona un aumento de sueldo, pero tras dos días de vivir en lo que llamo “estado zombie” en el que sólo cumplía con mi trabajo sin la convicción de excelencia que siempre me ha gustado adoptar encontré una razón más para hablar con mi jefa sobre el tópico “aumento de salario”.
Me explicaré brevemente. Me parece que a todos los que estamos en el área en la que me desempeño compartimos la pasión por la información, nos gusta estar al tanto de los temas de seguridad pública y no nos importa pararnos a las 3:00 de la mañana a tomarle foto a un detenido. Sé que la motivación es esa adrenalina de estar con la primicia de algo que atañe a toda la sociedad y es el tema en boga de estos días: la delincuencia. Pero nadie, nadie del equipo trabaja sólo por esa pasión, el dinero es un factor importante.
Debo decir que admiro a tantas personas con las que trabajo. Y los conflictos de los que hablé en otros blogs se habían causado básicamente por diferencias en el método de trabajar, porque cuando lo platicamos nos dimos cuenta de que el objetivo era el mismo: realizar nuestra función con calidad y eficacia, sólo que cada quien tenía un camino para eso.
Donde hay vida, habrá conflicto…
Recientemente enfrenté un conflicto que sobrepasó todo a lo que me había enfrentado. Una disminución de salario. El equipo de trabajo administrativamente está divido en dos, los que tienen plazas de policías aunque en la práctica no lo son pero son los que ganan menos y los que estamos financiados por la dirección general de comunicación social, éste último grupo recibimos una reducción importante de sueldo.
NADIE NOS INFORMÓ NADA…  llegamos a cobrar y sorpresa! en mi caso 4 mil 500 pesos menos en mi salario y como me habían pagado completo todo septiembre y la medida de reducción aplicaba desde el primero de dicho mes, me añadieron la noticia de que les DEBO dinero porque me habían pagado de más.
El equipo se enojó. Todos hablaban de lo mal que estaba esta situación, se preguntaban por qué nos habían hecho esto, con los horarios y la carga de trabajo visiblemente importante que teníamos. Al ser “la jefa” tuve la misión de informarle a la directora de la decisión del área administrativa.
Mi jefa no sabía nada. Lo confirmo. Nos llevó con el encargado de las reducciones de salario y nos explicaron el porqué de la decisión y nos sugirieron que esperáramos a enero y tal vez con nuevos movimientos se podría REESTABLECER nuestro salario… (aumentar ni soñarlo)
Salí de ahí callada, y desde entonces he estado ausente de todo. DOLIDA. Más tarde mi jefa me habló y me dijo: “De todos tú eres la que más me preocupa, eres mi mano derecha en seguridad, qué piensas”. Aunque me hicieron sentir bien sus palabras no pude hablar. No quise decirle lo que estaba sintiendo.  Mi jefa trató de negociar conmigo, como dice Kofman en el capítulo 6, expuso el problema, trató de conocer mi pensar pero yo me sentía tan defraudada porque la única opción que se me presentaba era esperar.
NO PODÍA PEDIR UNA CARGA MENOR DE TRABAJO. Eso me lo dejó claro mi jefa, ella esperaba que siguiera trabajando al mismo ritmo y con la misma calidad.
TENÍA QUE ESPERAR A ENERO. En sus manos no estaba el manejo de los recursos financieros pero prometió en que ella insistiría en el tema pero hasta esa fecha.
RESPETABA MI DECISIÓN SI TENÍA QUE IRME DEL EQUIPO. Aunque me repitió mil veces que no era una idea que le gustara.
Yo no dije nada. NADAAAAAAA. Lo negué. Fui como dice Kofman ese tipo de personas que se RINDEN lo que les causa frustración y resentimiento.  Salí de la oficina de la Procu y a la primera persona que vi fue a Alejandro (él tiene plaza de policía) y pensé si no pude hacer algo por mi lo haré por él que también trabaja mucho y escribí mi blog.
Quise contar en la clase pasada de George que ya había hablado con mi jefa del caso de Alejandro, que le expuse la posibilidad de que directamente de la PGJ le dieran el aumento ya que él no pertenecía a las bases de comunicación social. Le expliqué porqué se lo merecía, le expuse las opciones que creo que son factibles.
En la siguiente junta la jefa agradeció a Alejandro su desempeño y le dijo que sabía que él merecía un aumento.
No lo dije en clase porque me di cuenta de que me había rendido con mi propio caso. Que pude haber hecho algo por hablar pero estaba demasiado decepcionada para hacerlo. Sigo trabajando sin bajar la calidad de lo que hago, pero ya sin la motivación.
GEORGE PREGUNTO QUÉ COSAS HAGO CUANDO NO ESCUCHO: este es un buen ejemplo. Irónicamente ME CALLO. Me cierro en mi propio sentir, no me importa cuán amables sean las personas conmigo y parte de no escuchar también me lleva a no querer hablar del tema. Ese es mi estado zombie, ando medio muerta en la conversación parece que estoy ahí pero en realidad buena parte de mi está escondida.
He pensado en volver a platicar con mi jefa y esta vez sí decirle lo que siento.
Creo que Kofman nos ofrece alternativas para responder ante diversas situaciones, pero considero válido REFLEXIONAR. Tenemos sentimientos, emociones, vida!, no es por justificarme pero NO ESTABA lista para negociar NO IMPORTABA CUÁNTAS VECES LEYERA EL CAPÍTULO 6, pensaba en cómo iba a pagar la maestría; en gastos y compromisos que adquirí pensando que tenía un salario seguro; sintiéndome además cansada por el horario que llevo y no quería hablar con nadie porque no quería parecer como “la quejumbrosa!”. ESTOS DÍAS he decidido ser más abierta y hablar con mi jefa con un solo fin: ESTABLECER LÍMITES DE TIEMPO (hasta enero).
En este país te dejan claro que si tú no aceptas el trato habrá otros 100 que sí lo harán, pero esa no puede ser la línea para comprometer tu INTEGRIDAD y de eso habla Kofman también y creo que es parte de la negociación. Yo soy una tigresa- como lo dice Kofman en su cuento- sé cuánto vale mi trabajo, y aunque nadie es indispensable, estoy consiente de cuánto tiempo cuesta tomar un ritmo adecuado en un área de comunicación tan dinámica como es la de seguridad y procuración de justicia.
Tengo clara cuál es mi RESPONSABILIDAD y hago mi trabajo con mucho gusto. He sido más HUMILDE con mis compañeros al darles su espacio así como reconocimiento. Pero fallé en COMUNICARME y sin eso no es posible NEGOCIAR…
Insisto en que NECESITABA TIEMPO. Dejo en este blog mi más profunda honestidad, mi estado zombie y un cuento narrado por Kofman que me animó a escribir en esta ocasión (que Dios sabe cuánto me costó hacerlo)… voy y vengo (citando a mi querido Sr. Ibarra Mazari)

domingo, 16 de octubre de 2011

OPERACIÓN AUMENTO PARA ALEX

Tendré que ser un tipo agente 007 para esta misión pero si hay algo que no soporto es la injusticia sobre personas que realmente trabajan.

Objetivo: Persuadir a mi jefa de que Alejandro un compañero al que realmente respeto, admiro y de quien he aprendido muchísimo, sea el primero de todo el equipo en recibir un aumento.
Contexto: El promedio de sueldo es ahorita de 8 mil 500 pesos, Alex gana 6, entra a las 7 de la mañana y sale a las 7 de la noche, es una situación que me hace sentir impotente porque no está en mis manos la designación de los sueldos, pero sí está el poder apoyarlo.
Obstáculos: Mi mensaje tendrá que ser público porque podría interpretarse de manera equivocada, pero a la vez tendrá que ser lo suficientemente convincente como para que otros se unan a la causa.
Es posible que muchos que no trabajan al ritmo de Alejandro y ganan más crean que se verán afectados al resaltar las cosas que hace él en un tiempo menor.
Tengo que ser cuidadosa para exaltar el desempeño de Alex sin compararlo con otros compañeros.
Situación en la que podría intervenir: en la junta que se hace todos los martes en la Procuraduría. Tal vez busqué mencionarse lo a mi jefa de manera privada antes de exhibirlo a la luz del resto del equipo.
Por qué considero que es importante: Alex está decepcionado de saber cuánto ganan los demás, le ha comentado a otro compañero que ha pensado renunciar en enero. Perder a Alejandro sería un golpe tremendo para el equipo y para mí, es una persona en la que confío y sé cuánto vale su trabajo. Alejandro y José son elementos que merecen ser reconocidos, son pilares.
Proponer una solución: Alex tiene plaza de policía, él no está en  las listas de comunicación social, eso es bueno porque ha habido recortes en el área. Se podría sugerir una compensación para él o que se le dé dinero de la caja de gastos para taxis. Un aumento de dos mil pesos en un principio podría motivarlo. Además he pensado que debemos buscar cursos o diplomados para algunos miembros del equipo para que él asista.

domingo, 9 de octubre de 2011

Cómo llegue a una negociación constructiva. La última grabación

Llegando casi al final del libro de Kofman, pude recordar este episodio con uno de mis compañeros de trabajo. Lograr hacer este ejercicio de grabar tanto a Juan como a Pepe Toño, fue un trabajo muy duro pero reconfortador y me permite ofrecer en voz de otros una cara de mi que algunas veces ni yo misma noto.

martes, 4 de octubre de 2011

Conociéndome a través de otros… ¿Cómo manejé las diferencias con Juan?. Testimonio en su propia voz.

Para evitar el escalonamiento de intenciones y emociones negativas, es necesario comprender, reconocer y comprobar el impacto que nuestras acciones tienen sobre los otros, incluso antes de que tratemos de esclarecer cuáles fueron nuestras intenciones. (Kofman; 2011)
Debo decir que considero que me adelanté un poco a Kofman y su mensaje en el capítulo V cuando habla de la comunicación auténtica. En otras conversaciones he compartido los conflictos que tuve con uno de mis compañeros de trabajo, Juan.
Recuerdo que en la primera clase expuse mis quejas acerca de esta persona (quejas porque en ese momento no había tomado ningún tipo de acción al respecto) y luego le dije a George que quería que me enseñará a ser “líder” cuando mi concepto de esa palabra era un poco vacío.
A través del tiempo, y no sólo porque hemos leído el libro “La empresa consciente”, sino por mi profundo deseo de no repetir los errores que me llevaron en otras  experiencias a un final no muy feliz, quise abrirme más a la posibilidad de hacer cambios en algunas de mis reacciones acostumbradas.
Claro que tomé en cuenta lo que me mostraba Kofman con cada página. Pero yo puedo decir mil cosas, así que quise experimentar algo diferente para este blog, y es que quien así lo desee puede escuchar la perspectiva de voz del propio Juan acerca de qué fue lo que pasó, cómo pudo mejorarse y qué heridas dejó…
Debo aclarar que esta plática se hizo vía radio porque Juan salió de vacaciones. El viernes por la tarde le expliqué que quería que platicara para mi clase acerca de un debate que sostuvimos en la oficina. Desafortunadamente circunstancias laborales hicieron que pospusiéramos esa charla para este día, acordamos la hora y helo aquí…