“La culpa incondicional es la tendencia a explicar todas las dificultades exclusivamente como consecuencia de fuerzas que están más allá de su propia influencia y a verse como víctimas absolutas de las circunstancias externas.” (Kofman;2011)
Hay una anécdota que causó estragos en los últimos meses de mi primer cargo como “jefa” en el gobierno del estado. Primero debo explicar que ocupaba el puesto de coordinadora del área de monitoreo de medios del entonces Gobernador. Mi labor consistía en esquematizar la información que se generaba en los medios, de tal manera que estuviera jerarquizada de acuerdo al nivel de audiencia del noticiero en cuestión y a la importancia de la noticia respecto a la agenda del propio mandatario y demás funcionarios a los que se les hacía llegar el reporte. Dicha labor implicaba coordinar a los monitoristas, llegar antes de las seis de la mañana, estar informada de todos los temas, pero sobre todo requería de un gran control del estrés y de una intensa organización personal.
Un día cualquiera, en el que los medios pasaban una noticia tras otra, estaba rodeada de gente de Gobernación que me pedía un reportaje que había salido días antes en una de las televisoras, a su vez estaba monitoreando el noticiero de Tribuna, redactando una nota y editando un video cuando recibí la llamada de mi jefa en la que me pedía mandar un mensaje de texto NEXTEL, al director general de Comunicación Social, al secretario particular del Gobernador y al jefe de escoltas, con copia para ella además, en el que les hiciera saber que la madre de un diputado federal había fallecido. En mi afán de “hacerlo todo a la vez”, me dirigí a la persona que me estaba esperando y le expliqué que estaba por entregarle su pedido, le subí al volumen de la estación de radio que monitoreaba y guardé el proyecto de edición que estaba haciendo… en pocas palabras, DESARROLLÉ MI PROPIO AMBIENTE DE ESTRÉS, al no dejar de lado alguna actividad y responder a lo prioritario que era enviar el mensaje. NO FUI EFECTIVA.
No me di cuenta, y escribí en el mensaje: “Muere diputado X, restos serán Velados en X de la Ciudad de México”. Me faltó poner “la madre del diputado”… un minuto después mi jefa me llamó alterada y dijo: “qué has hecho!!!!, está mal el mensaje. Me acaban de pedir que les de la dirección del lugar a dónde el Gobernador debe enviar la corona”… ¿Qué hice?.
Opción A: Mandé de inmediato un mensaje aclaratorio y me comuniqué con las personas a quienes les había mandado mal la información para rectificar.
Opción B: Me disculpé con mi jefa y le pedí ayuda para que el error no creerá un problema mayor.
Opción C: Me dio un ataque de nervios, saqué un cigarro de mi bolsa, me subí a la azotea del edificio y me puse a llorar.
Adivinaste!!, la C. Las consecuencias de aquella decisión fueron terribles, pues me dediqué a sentirme mal, a culpar a mi jefa por encargarme mil cosas en un solo día y me sentí incompetente por no haber cumplido con lo que se me había encargado... me puse de malas con todos!!!. Ahí no quedó la cosa, como no quise tocar el tema con mi jefa, ella durante algún tiempo notó mi actitud seria de niña regañada. Me prometí que no me volvería a pasar y ciertamente tuve más cuidado, pero no entendí hasta mucho tiempo después que debí hacerme responsable del problema, asumir que fue mi decisión huir en el momento y entender que tenía que organizarme mejor. Al leer el primer capítulo de “La empresa consciente” de Fredy Kofman, sentí que un balde de agua fría me caía en la cabeza, me hizo ver que supe lo que podía hacer para resolver aquel problema, conocía las opciones, no las quise ver…
“Todas las organizaciones tienen tres dimensiones: la impersonal, lo concerniente al trabajo, al “ello”; la interpersonal, lo que atañe a las relaciones, al “nosotros”; y la personal, la que involucra el “yo”. El ámbito de lo impersonal comprende aspectos técnicos, como la eficacia, la eficiencia y la confiabilidad. También abarca aspectos relacionales, como la solidaridad, la confianza y el respeto existentes en las relaciones entre sus miembros. El ámbito de lo personal abarca aspectos psicológicos y conductuales. Tiene en cuenta la salud, la felicidad y la necesidad de sentido para los integrantes de la empresa.” (Kofman;2011)
Recientemente, en mi trabajo actual, tuvimos que hacer una presentación de unos peligrosos sujetos con armas. Me avisaron a las 7 de la mañana, la rueda de prensa era a las 9. Ocho de la mañana, y el área del jurídico no tenía los datos completos, todo era un desorden total. Pensé en lo que había leído de Fredy Kofman, mentiría si dijera que me senté a repasar el texto. George… me lo dijiste NO VAS A SACAR TU LIBRO PARA CONSULTARLO EN ALGUNA RUEDA DE PRENSA, pero ese era el momento para no volver a… regarla de nuevo Y ASUMIR QUE AL SER LA SUBDIRECTORA ME TOCA SOLUCIONAR TODO TIPO DE SITUACONES.
Delegué… le pedí a Juan que hiciera uso de sus dones de relacionista público y que con los compañeros policías tratara de obtener la historia que nos serviría para armar el boletín para no esperar al jurídico. Dejé a Pedro que terminará el monitoreo para el secretario, nunca lo había dejado solo haciéndolo, pero le pedí que recordara cómo lo habíamos armado en los días más pesados. José me ayudó con datos desde la Procuraduría (número de averiguaciones, fechas de delitos cometidos por los detenidos etc). Pepe Toño, al que casi nunca le pido nada, me ayudó con las fotos. Los reporteros no notaron el estrés, no se dieron cuenta de que tras bambalinas todos corríamos. ESE ERA EL OBJETIVO, que frente a cámaras todo estuviera en orden. Me sentí orgullosa de todos, nadie puso peros, estaban comprometidos, asumo entonces que fue mi FORMA DE PEDIR LAS COSAS la que cambió. Entendí una pequeña parte de ser líder.
Además empiezo a responder a la pregunta sobre el propósito de esta materia en vida… el ser consciente de mi entorno y de mí misma de manera que se vea REFLEJADO en acciones, que mejoren mi forma de comunicarme con el mundo y de entender a quienes me rodean. Crear verdaderas conversaciones…